La llegada de May
Cuando entré a la casita levantada en tierra prestada, sin número en la puerta, perdida en las afueras de Santiago de Chile, lo primero que me enseñaron los niños fueron las estrellas titilando. Su madre había decidido instalar la navidad en noviembre, quizás porque caminaba despacio hacia este pesebre que hoy nos reunía o tal vez porque necesitaba creer en la magia por cuarta vez.
Picamos fruta colorida y trozamos chocolate para mezclarlo con la pulpa fresca. Gozamos con la boca, disfrutamos de que otras manos pequeñas nos alimenten. Fue una chispa, el padre, un hombre en espera, empinando la jarra que estalló la víspera, se tiñó de azul rosado el agua estancada de la tina. Con tus ganas de pujar recordamos, los que estábamos y los que revelarían estas imágenes después, cómo es la vida cuando se abre paso, sin pedir permiso aún cuando la creemos despistada.
La vi llegar con una luz que brillaba desde adentro, gritó poco y succionó fuerte el pezón helado de su madre.
14.11.2024